Como ya
comenté en la última entrada que escribí, todo en la vida va por etapas y esta
ya ha finalizado.
Ha sido
increíble experimentar la profesión docente desde el lado de la pizarra y no
desde una mesa como alumna. Es todo tan diferente… En este caso eres tú la
persona que los guía y los enseña y eres tú el que se convierte en un ejemplo a
seguir para y ellos. Y eso es inexplicable: la sensación cuando un alumno te
felicita por tu buen trabajo, por tu creatividad con ellos o la buena relación
que mantienes con todos. Ellos no son conscientes de lo gratificante que es
esta profesión pero para mí, ver la cara de esos 25 alumnos cada mañana se
convirtió en mi mayor aliciente durante todo un mes. Además, también me he
podido dar cuenta de que no es un trabajo fácil de llevar a cabo debido a la
diversidad del alumnado, pero ahora que ha pasado un mes y miro hacia atrás sé
que ha merecido la pena.
Ahora
tengo fuerzas para seguir estudiando y he encontrado mi verdadera vocación y mi
aliciente para convertirme en una buena futura maestra. Ahora todo lo que deseo
es que llegue el curso que viene y el mes de febrero para poder volver al
colegio y entrar otra vez en el campo de batalla que es donde de verdad
aprendemos y lo llevamos todo a la práctica.
¡Nunca
olvidaré a estos niños ni a esta experiencia ni todo lo aprendido!
Natalia.
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