jueves, 7 de febrero de 2013

De vuelta a la realidad

Todo lo bueno tiene un final...

y en este caso, el final ha sido de lo más satisfactorio. Vuelvo a las clases teóricas de la Universidad con la mochila llena de nuevos aprendizajes y materiales para utilizar en el futuro.

El sabor de boca que estas prácticas han dejado en mí puede ser de todo menos amargo. Me siento muy afortunada de haber podido practicar en un colegio de integración, donde la inclusión es una meta que entre todos luchan por conseguir.

En mi clase había dos alumnas con discapacidad auditivo, que he de decir, eran linces en todas las asignaturas, y que me han enseñado muchísimo sobre la lengua de signos. Gracias a eso, me he sentido más realizada que en toda mi vida pasando horas enteras con ellas explicándoles actividades y viendo cómo me comprendían. Es una sensación indescriptible lo que he ellas han provocado en mí, y sin duda  no lo olvidaré jamás.

Gracias a otro alumno con dificultades he podido corroborar que el material multibase sirve para algo más que para memorizarlo para un examen. Ahora comprende el significado y la relación entre decena y unidad, algo que me parecía imposible de enseñar. 

Sobre todo he tenido la suerte de contar con una tutora que se ha volcado en enseñarme todo lo que ha podido en este corto periodo de prácticas. ¡Sin duda le estoy muy agradecida por darme la oportunidad de participar!

Trabajar con un primer curso se me antojaba muy difícil, pero he comprobado que si tenemos paciencia, vocación, recursos, amor por lo que hacemos y conocimiento teórico nada es imposible. De hecho, me ha parecido una experiencia fascinante trabajar con uno de los cursos que considero más importantes, ya que los alumnos aprenden a leer y escribir, algo que utilizarán el resto de su vida.

No sé qué sentimientos podría contaros que no sepáis por vuestra propia experiencia, pero espero que haya sido tan satisfactoria como lo ha sido para mí. Gracias por esta oportunidad.

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