Parece que fue ayer cuando entré por la puerta del colegio y me presenté a los alumnos de mi clase; y es que todo lo bueno se acaba pronto.
Este periodo de prácticas me ha servido para conocerme a mí misma y ver hasta dónde puedo llegar y qué soy capaz de hacer. Incluso me he sorprendido a mí misma.
Mi experiencia como alumna me dio una visión totalmente diferente a lo experimentado como profesora. Realmente, no es un trabajo fácil y para poder desarrollarlo correctamente es imprescindible tener vocación, porque no debemos olvidar que formamos a personas para un futuro y somos responsables de su éxito académico y personal.
He aprendido tanto de los profesores como de los alumnos, en especial del niño autista. He tenido mucha suerte al poder trabajar con él. Sin duda me ha llenado muchísimo emocional y profesionalmente trabajar con un niño con estas necesidades. He puesto en práctica todo lo aprendido durante el primer curso y lo que llevo de segundo. Pero también he aprendido muchísimas más cosas, sobre todo aspectos relacionados con la organización del centro que desconocía, y aspectos metodológicos trabajados en el aula.
Todo esto me ha servido para darme cuenta de que realmente amo este trabajo, de que me encanta trabajar con niños, transmitirles mis saberes, y de que sirvo para ser maestra.
La despedida fue muy emotiva, llena de besos, abrazos y muchos regalitos que guardaré para siempre. Echaré de menos a cada uno de estos niños y a mi maestra tutora, porque he aprendido mucho de ella. De cada uno de ellos me llevo algo especial.
No es un adiós sino un hasta pronto, porque les haré muchas visitas y siempre mantendré el contacto con ellos.
Sin duda ha sido la mejor experiencia de mi vida.
Andrea.
No hay comentarios:
Publicar un comentario